Me encontraba en la cama con fuerte dolor de cabeza, la noche anterior había sido movida. Me coloqué las sandalias, y algo confuso todavía, me dirigí a la cocina esperando ver a mi madre preparando la comida. Sin embargo la cocina estaba en calma, me pareció extraño, -tal vez esté durmiendo. Pensé yo. Fui al baño y tras aclararme con agua y espabilarme, me senté en el sillón. Me encontraba zapeando cuando caí en la cuenta de que mi perra no se había acercado a saludarme, siempre se acercaba a saludar al primero que se levantaba en casa. Pero esa mañana no estaba allí. Algo extrañado decidí levantarme y mirar en el cuarto de mis padres, allí no había nadie, pero lo más extraño era que la cama estaba sin hacer. Con voz decidida lance una llamada –¿Aló?, el silencio era absoluto. Supe que algo no andaba bien, busque en el cuarto de mi hermano mayor y encontré también la cama deshecha y un pijama por el suelo. Tenía la sensación de que se habían marchado de allí con rapidez.

Llamé a los móviles de mis padres y hermano, pero no daban señal. Entonces me percaté de algo que no había visto antes. Un papel pegado en la pared. Lo leí y allí encontré una nota donde se podía leer: “Tus padres y hermano han sido secuestrados, tu perra podrás encontrarla degollada en el jardín, nos mantendremos en contacto. Fdo las Farc”

No podía creerlo, mi familia había sido secuestrada, nunca pensé que podía tocarnos a nosotros, somos una familia del distrito de Meta dedicada al sector vaquerizo, acomodados, pero alejados de cualquier militancia política, mis padres nunca habían mostrado ningún aprecio por los políticos del país, los cuales, daban más muestras de buscar acomodo en sus sillones parlamentarios que en solucionar los problemas sociales que nos consumían desde hacía décadas.

Ahora mi familia formaba parte de la interminable y macabra lista de hombres y mujeres que habían caído en las garras de los grupos armados. Un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando entonces sonó el teléfono, la pesadilla había dado comienzo.

2 comentarios:

Pues sí... desgraciadamente tiene menos de pesadilla que de realidad... Muy bueno Pablo.

Gracias Arturo, la verdad es que muchas veces no hay más que ver los telediarios para encontrarnos con auténticas historias de terror y angustia.