Aquí está por fin el texto perdido del que hablé a Huidobro. Ya iré poniendo los demás que he encontrado, empiezo con este porque es cortito y así puedo probar. Es un texto a seis manos por el método clásico (escribir un par de líneas y sólo dejar ver al siguiente las últimas dos o tres palabras) que escribí con Gorka y Mariano, después del primer desencuentro, antes del segundo, una noche en El Savor, donde acudimos a presenciar un recital de poesía y música que, a decir verdad, nos aburrió bastante.

Pondré un tipo de letra diferente según sea el que escriba aunque, conociendo a los sujetos, es fácil adivinar quién escribe qué.

Espero que lo disfrutéis, bueno no es, pero exuda nostalgia.





- ¡No veo por qué debería arrepentirme! - dijo, después de confesar que aquella noche había ahogado algunos de sus instintos en un charco sobre el que nunca llovió.Si ya lo dijo el sabio, que una almeja, aunque no desborde chorros de placer, siempre será una almeja. Pero lo curioso (y lo mágico) de la almeja es que nunca sabes qué encontrarás al abrirla, quizá un grito, quizá algo viscoso, o quizá, si hay suerte, una perla.


Pero dejando a un lado el tema de la almeja, centrémonos en lo que importa, es decir, o sí, o no, o... ¡qué sé yo!... La cuarta dimensión, hablemos de la cuarta dimensión (de la almeja, si quieres) ¡cojones ya! Pues ya que nos ponemos hablemos del milenarismo, ese milenio que ya ha llegado, y nos encuentra, perezosos, acomodados, indecisos, temerosos de caer y por ello no arriesgándonos a subir, mientras el tiempo, implacable compañero, platea nuestras sienes y oscurece nuestro corazón. Y todo esto para acabar este cuento como lo empezamos -no veo por qué debería arrepentirme- ¿o qué cojones esperábais de un cuento escrito en servilletas? Puede que la almeja sea sencillamente un símbolo, la representación del críptico universo, de la compleja cárcel en la que ejerce papel de guardián. Y así, llegaremos a la conclusión, que ya intuíamos desde el principio, de que no hay que tener miedo de abrir la almeja, ya que los únicos que jamás caen no son los que nunca lo intentan, los únicos que jamás caen son aquellos que han aprendido a volar.


De cualquier modo, sólo diré algo más:


¡Volad, volad, estúpidos!

3 comentarios:

he olvidao poner los tags, ¿no se pueden editar las entradas?

Y a quién no se le ha olvidao volar en este tiempo??? yo, al menos, lo he olvidao... y no creo que pueda volver a recordar como se hacía...

No te preocupes. Las entradas se pueden editar. Te las corrijo... debe ser autor/Tipo de texto/Genero...

En cualquier caso bienvenido como aportador.