Capítulo 2

La ambición es como un virus que infecta nuestras células y del que no somos conscientes hasta que hemos sido devorados por completo



James Taller era un hombre sin preocupaciones desde hacia ya mas de 5 años, sumido en un estado seminarcótico, semipresciente, tenía todo lo que había deseado en su vida. Tubos de neón de distintos colores y formas adornaban y daban luz a un entorno rodeado de todos los lujos que siempre había deseado, pulsó de nuevo el botón y una sensación de tranquilidad y viaje hizo que su cerebro se acomodara en su cráneo o al menos eso le pareció. Se dejo llevar y evito pensamientos desagradables que venían cada vez con más frecuencia, los cuales le habían llevado a aumentar la dosis necesaria para su disfrute diario. Se concentro en lo que había bautizado como su televisión privada, una serie de imágenes a veces inconexas que la droga hacia surgir en su quemado lóbulo frontal. Había comprobado años antes la veracidad de alguna de estas imágenes lo que le había postrado a este estado narcótico auto provocado. Ahora era un experto en apuestas, desde multitud de cuentas apostaba online, lo que le dejaba una suculenta cantidad de dinero a fin de semana. Su vida se había reducido a la contemplación y las apuestas para mantener este estado contemplativo.

Hoy sin embargo no vagaba por diversión, era 15 de Noviembre y había cosas que hacer.

Lo único necesario para mover el universo según un antiguo filosofo era encontrar un punto de apoyo y usar la palanca apropiada. Ahora sentía que él era esa palanca y que debía encontrar su punto de apoyo para provocar el cambio, aun no sabia donde ni que buscar pero sabia que era cuestión de tiempo. Había algo dentro de el que se lo decía. Fuera en una soleada y fría mañana un grupo de palomas que volaban cercanas se aproximaron hacia la ventana ruidosamente mientras parecían huir de manera desesperada de un invisible predador. Chocaron con un ruido sordo contra la ventana blindada mientras dentro James seguía absorto en sus propias visiones ajeno de lo que ocurría a su alrededor. Solo unas leves manchas en el cristal autolimpiable quedaban ya del percance con las palomas, abajo los cuerpos inmóviles de 11 palomas daban una macabra vista de la entrada de la casa,

2 comentarios:

Curioso e inquietante... por algo razón me ha recordado ese estado al que produce la especia en Dune... mmm...

Tan inquietante como Feyd-Rautha interpretado por Sting XD