Los cuernos habían sonado, no una ni dos veces, sino tres. En su tienda nadie podía creerlo, pronto se alzó un alborozo por todo el campamento. Él y sus compañeros de tienda, arqueros todos de la Torre Sombría, salieron uniformados con su armamento. Fuera la tempestad de nieve apenas permitía ver unos metros más allá, pero sabía muy bien lo que la tercera señal del cuerno quería decir "los caminantes blancos del bosque estaban próximos". No podía creerlo, después de miles de años volvían a aparecer.

Blane, que tras la desaparición de Qhorin Mediamano se había hecho con el mando de los hombres de la Torre Sombría, ordenó que todos los arqueros marcharán al cinturón exterior por orden del propio Jeor Mormont. Allí esperaron con apenas visibilidad y fue entonces cuando empezó a atisbar una especie de formas blancas que parecían surgir de entre la nieve a muy pocos metros. Blane ordenó disparar y todos lanzaron una lluvia de flechas. Su disparo había alcanzado certeramente a una de las formas blancas, rápidamente algunos hermanos lanzaron gritos de júbilo que fueron pronto acallados cuando los Otros no frenaron su marcha.
- No se detienen mi señor -le dijo a Blane.
- ¡Vienen más!, ¡allí mirad entre los árboles! -gritó otro compañero a su lado.
- Los dioses se apiaden de nosotros, ¡los tenemos encima!

Rápidamente una voz atronadora gritó una orden - ¡Flechas de fuego! -se trataba de Lord Comandante, todos obedecieron y encendieron las antorchas de brea con las hogueras del campamento. La nueva ráfaga si pareció hacer daño a los Otros, retrocedieron cuando las flechas se clavaron en su primera línea y algunos de esos infernales espectros comenzaron a arder. -¡Arded, cabrones muertos, arded! -gritó Dywen entre unas nerviosas risas. Pero pronto observo que eran muchos más los que volvían al ataque - ¡Se siguen acercando! gritó de inmediato. Al otro lado Ser Mallador ordenó coger las lanzas pues resultaba claro que el campamento sería tomado y el cuerpo a cuerpo inevitable. Sin embargo Blane le ordenó aguantar. En esos momentos apareció el viejo ser Ottyn Withers, uno de los caballeros más veteranos de la Guardia, con un arco y un carcaj lleno de flechas.

- Pensaba que los ancianos estarían durmiendo todavía -dijo Blane al viejo con una sonrisa de complicidad
- Lord comandante me ordenó venir a primera línea para ensañar a los novatos -respondió mientras le devolvía la sonrisa con su marcado rostro.

Nuevamente se vieron todos lanzando más ráfagas de flechas y por cada caminante que derribaban surgían dos más; en esos instantes uno de los lados de la empalizada comenzó a ser rebasado y el ruido del metal empezó a sonar.

- ¡Más flechas, más flechas! -gritaba Blane
- ¡Joder es enorme! -gritó otro compañero
- Un gigante -pareció responder Ottyn
- Es un oso -afirmo él. Se trataba de un oso espectral victima sin duda de la indiscriminada ferocidad de los Otros.